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SEQUÍA DE IDEAS O EL BLOQUEO DEL ESCRITOR (parte 1ª)

Actualizado: 24 ago 2021

Muchos escritores hablan del bloqueo para escribir como un pretexto para crear, para continuar con su novela o para iniciar un relato que llevan madurando cierto tiempo. Pero la realidad es otra: el bloqueo es una simple excusa para no ponerse a escribir. El oficio del escritor, la escritura, es un trabajo como otro cualquiera, que necesita de una disciplina y de un sacrificio. La inspiración es algo abstracto que no debemos obviar, pero jamás ceñirnos a las leyes que esta nos pueda llegar a dictar.


El gran escritor norteamericano William Faulkner decía que “el oficio del escritor es un uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de transpiración”.

Por ello, es importante tener en cuenta que lo que debemos hacer es ponernos a escribir, aunque no sepamos muy bien el qué.


En este artículo compartiré con vosotros algunas de las técnicas que yo he utilizado cuando el temible bloqueo se apodera de mí. Hay muchísimas técnicas, y supongo que cada escritor utilizará las suyas propias cuando el temido secuestro de ideas aparece.


Cada una de estos procesos os servirá para determinadas y distintas ocasiones, según la que sea. Pero creo que es importante tenerlas todas en cuenta y utilizarlas según os convenga.



Juguemos con las ideas:

Las ideas siempre nos sugieren imágenes, hechos que se nos muestran en la mente, en la imaginación. No hay reglas a la hora de jugar con las ideas que van llegando a nuestra mente. Todas nos valen, solo debemos quedarnos con aquella o aquellas que de verdad nos interesen. Pero debemos abrir nuestra mente y dejar que todas entren, sin poner condiciones. E iremos anotando en nuestro cuaderno de notas o papel en blanco, en una única frase, aquellas que nos convenzan de que son las idóneas para desarrollar una historia que tenga gancho y, sobre todo, que nos divierta.


Otras veces es importante pensar en palabras, cualquiera que se nos ocurra, y varias ideas acudirán a nuestra mente relacionadas con cada una de esas palabras.


Al final, tendremos un listado de frases, de ideas, de las cuales iremos entresacando aquellas con las que definitivamente nos quedaremos para crear una historia.


Muchas veces tendremos un montón de ideas que no suelen ser las mejores, por ello seleccionaremos e iremos descartando; y al final, puede ser que la mejor idea, la que a nosotros nos lance a comenzar (o a continuar) a escribir, sea una combinación de varias de esas primeras ideas.



Gráficos mentales:

Estos gráficos mentales, que iremos plasmando en un papel en blanco con globos, llaves, flechas, etc, nos permitirán plasmar nuestras ideas de una manera no lineal y libre, pero mostrando con claridad las conexiones entre esas ideas.


Este sistema es muy utilizado cuando nos bloqueamos a la hora de estructurar los capítulos de una novela, por ejemplo, cuando realizamos la escaleta de la misma.


Lo normal es comenzar con una idea, palabra, imagen o frase, la escribimos en el centro de nuestro papel en blanco y la rodeamos con un círculo, como idea central. A partir de ahí, vamos asociando a esta idea central, con flechas, globos, etc, las demás ideas, pudiendo establecer tantas ramificaciones como queramos.



La famosísima Escritura libre:

Otra técnica que a mí me ha venido bien, en determinadas ocasiones, es la escritura libre.

Como ya dijimos anteriormente, el oficio de escribir es precisamente eso: escribir.


Debemos escribir sin pensar. El hecho de pensar es lo que hace que muchos escritores nos sintamos bloqueados. Al pensar demasiado, jamás nos llega la inspiración.


Debemos escribir libremente, sobre lo primero que se nos ocurra, sin pensar… Debemos hacerlo durante unos minutos, entre cinco y diez, sin tener en cuenta el estilo, la técnica, la corrección gramatical, si lo que estamos escribiendo es bueno o malo, sin mirar atrás… Ya tendremos en cuenta esos detalles si logramos confeccionar un texto que merezca la pena.


Solo debemos centrarnos en escribir.



Listados:

Todos sabemos lo que es una lista, es evidente. Hacemos listas de todo tipo durante nuestro día a día… Pero, ¿nos hemos planteado alguna vez usar listados para ayudarnos a generar ideas? Yo ya lo probé, y me ha funcionado.


Escribir listas es una de las estrategias más fáciles de usar. Sólo debemos pensar en un tema y escribir todo lo que se nos ocurra sobre él. Pero debemos asegurarnos de que ese maldito crítico interior que todos los escritores tenemos no se interponga entre la lista que estamos confeccionando y nosotros mismos. Debe ser un listado rápido, libre, que no nos agobie. No nos deben importar las repeticiones, es normal que se produzcan.



Las preguntas:

¿Nunca os habéis preguntado qué genera la curiosidad infantil? Como sabéis, los niños preguntan y preguntan sin parar, hasta que quedan satisfechos. De ahí, sale a escena su imaginación.


Pues todos nosotros deberíamos hacer lo mismo. Hagámonos preguntas sin parar, sin miedo. Ya buscaremos respuestas después, si nos apetece; pero preguntémonos insistentemente sobre un tema concreto que nos interese, todo lo que se nos ocurra, como si fuéramos un periodista pesado que quiere averiguar hasta lo más profundo de nuestra existencia.


Debemos tratar de escribir preguntas rápidamente en un listado (otra vez los listados, son omnipresentes). Podemos empezar preguntándonos en general sobre la novela, o sobre un tema en concreto de esta que nos preocupe. Podemos realizar preguntas sobre muchos temas

Diferentes, lo único que nos interesa es averiguar cuáles necesitamos para nuestra historia.



La pregunta del “Y si…”

Cuando nos encontremos ante el bloqueo en nuestro escrito, si tenemos una escena de una situación normal, procuremos buscarle los cuatro pies al gato. También porque necesitamos crear un conflicto que no tenemos y deseamos. Retorcer la situación puede resultarnos estimulante y muy productivo. ¿Cómo lo haremos? Formulémonos una pregunta con “Y si…” No importa si los conceptos que nos preguntamos son de lo más dispares, cuanto más lo sean, más facilidad para encontrar el camino ante el bloqueo que buscamos.


-¿Y si al levantarse el protagonista de la cama comprueba que las piernas no le responden?

-¿Y si tu casa domótica se revela y tienes que hacer frente a este nuevo problema?


Estos dos ejemplos son dos preguntas de las miles que podemos hacernos con el “Y si…” Repito, no importa lo dispares que sean las preguntas que hacemos, alguna de ellas, seguro, hará que salte la chispa y retomemos la escritura.




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